Los científicos esperaban que el destino de todos los parásitos fuera el hígado, el órgano en el que desencadenan los síntomas de la malaria, pero descubrieron que al pasar de la piel a los vasos sanguíneos, apróximadamente un cuarto del total entraba en el sistema linfático.
El estudio sobre los mencionados parásitos, trasmitidos a través de la picadura de un mosquito Anofeles infectado, fue publicado el 22 de enero en Nature Medicine. Hasta ahora, los científicos no saben si los parásitos que van a los nudos linfáticos debilitan al sistema inmunológico o más bien lo activan para gatillar una respuesta de defensa.