Un equipo de investigadores encabezado por Abigail Allwood estudió una extensión rocosa de la región australiana de Pilbara, descripta hace casi 30 años como un resabio de “estromatolitos”, estructuras sedimentarias formadas por colonias de microorganismos, del tipo de las algas verdeazuladas. Durante mucho tiempo la teoría pendió de un hilo, porque varios estudiosos señalaban que estas estructuras se podrían haber formado como resultado de una actividad química en la zona de las aberturas hidrotermales de la roca.
Para terminar con el dilema, el equipo de Allwood se embarcó en un estudio exhaustivo de los estromatolitos. El trabajo, cuyos resultados acaban de ser publicados en la revista Nature, detalla la enorme variedad de formas contenidas en estas estructuras. Los expertos identificaron más de siete tipos de roca con distintos rasgos, según el modo en que se fueron depositando las partículas a lo largo del tiempo: algunas superficies parecen cajas de huevos y otras son como grandes conos.
No es muy probable que esta gran variedad de formas halladas en una única zona ?relativamente acotada, además? sea solamente producto de procesos inanimados, plantean los investigadores de la Universidad Macquarie.
Si Allwood y sus colaboradores están en lo cierto, se trataría de uno de los signos más antiguos de vida del planeta: los estromatolitos en cuestión datarían de hace más de 3 mil millones de años. Un detalle no menor: la antigüedad se puede calcular con precisión porque la capa fósil descansa sobre dos capas volcánicas.