El estudio de FUNDAMIND, que contiene a niños y adolescentes VIH positivos, está basado en un relevo de casos de jóvenes de entre 12 y 19 años que asisten a hospitales públicos, programas oficiales y organizaciones no gubernamentales que trabajan en la problemática.
Entre otros datos, el informe advierte que los jóvenes que adquirieron el virus en la adolescencia tienen más riesgos de abandono que los que se infectaron por transmisión vertical, es decir a través de sus madres durante el momento del parto.
Citada por FUNDAMIND, la coordinadora general del Centro de Referencia de HIV Pediátrico del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, Aurelia Fallo, afirmó que "en la adolescencia hay entre un 20% y un 50% de abandono de los tratamientos".
Fallo señaló que la adherencia a una medicación de por vida es compleja porque "son muchas píldoras y no hay descanso, no hay vacaciones, no hay sábados ni domingos", y recomendó "trabajar con los jóvenes desde el punto de vista psicológico".
En la misma línea, opinó uno de los técnicos del Programa Nacional de Lucha contra el SIDA, Carlos Falistocco, quien señaló que "es una constante que los adolescentes abandonen este y otros tipos de tratamientos porque están multitratados desde hace mucho tiempo, además de las particularidades de la edad y de los efectos
colaterales (que provocan los atirretrovirales)".
Las estadísticas del Hospital Garrahan señalan que de cada 100 jóvenes de entre 16 y 22 años que viven con el virus, el 20% abandona el tratamiento y el 50%, "tiene graves problemas para realizarlo".
Una segunda investigación que realizó el hospital sobre 120 adolescentes infectados, develó que el tratamiento sólo se cumple en forma correcta en el 44% de los casos y que los problemas de adherencia, avanzan a medida que los niños ingresan a la adolescencia.
El informe de FUNDAMIND advierte que "dentro del universo de adolescentes con VIH se distinguen dos grupos bien marcados": los jóvenes que se infectaron al nacer, por transmisión vertical, y los que se infectaron a través de la vía sexual -sea un abuso o una relación consentida, pero no protegida- o intravenosa.
La mayoría de los jóvenes que se infectan durante la adolescencia no presentan síntomas de la enfermedad hasta los 20 años y tienen que incorporar un tratamiento que los niños que nacieron con el virus, siguieron toda la vida. (Télam).-