Los investigadores detectaron una subespecie de bacterias que crece en los componentes indigeribles de la leche, y permiten a los lactantes protegerse de bacterias nocivas.
La sustancia indigerible está compuesta por una gran cantidad de azúcares complejos derivados de la lactosa, el principal componente de la leche.
Los azúcares complejos son lo suficientemente largos como para no tener significación biológica, aun cuando constituyen hasta el 21% de la leche. Además de promover el crecimiento de cepas de bifidobacterias, también sirven de señuelo a las bacterias nocivas que podrían atacar el intestino del bebé.