“Nos dejaron un montón de evidencias”, advirtieron. Sin embargo aún hoy no pueden descartar que el hecho haya sido protagonizado por un profesional en “apretar” personas que, tal vez en el apuro, cometió errores. Pero, a pesar de esto, quien encontró la punta del ovillo para desenredarla, fue Fernando Aiziczon, el hermano de Pablo. El hombre, desesperado por el destino del desaparecido, actuó rápido. Se fue a la empresa de telefonía celular que brindaba servicio a su hermano y pidió un listado con las últimas llamadas. Trató de comunicarse con varios números, y no lo logró. Hasta que en un momento, una mujer atendió el teléfono.
“¿Con quién hablo?”, preguntó primero. “Claudia, ¿quién habla ahí?”, le respondieron. El dio su nombre y la mujer cortó abruptamente; la comunicación no pudo reestablecerse más. Algo raro estaba pasando. El titular de la línea telefónica era Jorge Luis Borges. No es un nombre común y en este momento hay quienes creen que quien compró la línea aportó un nombre falso. El domicilio del titular era en calle Larrea al 1.700. Pero cuando Fernando le contó lo sucedido a la Policía y los agentes fueron a chequear el dato, les dijeron que allí no vivía ninguna Claudia, ni mucho menos Borges. Pero la pista no se enfrió. Comenzaron a averiguar entre los amigos de Pablo y, tímidamente, alguien comentó que el profesor de tenis había estado saliendo con una mujer llamada Claudia, indicó ayer uno de los investigadores. De dato en dato, consiguieron el nombre completo. Y también el de su pareja (se desconoce si novio o marido), un patovica que, según se supo, se hacía pasar por policía en diversos ambientes. En las últimas horas, ambos borraron sus perfiles de Facebook.
En el laboratorio
Mientras los policías de calle hacían todas estas averiguaciones, los de laboratorio se ensañaban con los microscopios. Cuando dejaron el cuerpo de Pablo en el asiento trasero del Suzuki Swift, lo habían envuelto con una media sombra (verde de un lado, negro del otro, como las que se usan para tapar piletas) y tapado con una colcha. Sobre todo esta última tela tenía pruebas de lo que había pasado.
Los peritos encontraron semen, pelos de pubis femeninos y un cabello también de una mujer, con una punta de color negro de unos dos centímetros, y el resto de unos 20 centímetros color castaño. Todo esto será sometido a pericias de ADN. De a poco rearmaron la tragedia. Según determinaron, el novio- marido lo sorprendió con la mujer y decidió en el acto vengarse. Aparentemente ya había habido un incidente anterior. A Aiziczon le ataron las manos, y lo golpearon.
Por los horarios que manejan los investigadores, lo tuvieron casi 40 horas cautivo. Pero se desconoce en qué momento lo mataron. Después lo ejecutaron de un disparo, que entró por la espalda y salió por el pecho. Además tenía un disparo en la mano. El miércoles dejaron el auto en un pasaje del barrio Horco Molle, con el cuerpo en el asiento trasero. Intentaron prenderle fuego, pero como cerraron herméticamente el vehículo, la falta de oxígeno consumió las llamas. Anoche, la Policía ya buscaba a ambos sospechosos. En principio se cree que la mujer habría estado al tanto de lo que iba a pasar.Y juntos perpetraron el macabro plan que terminó con la vida del profesor de tenis
Fuente: lagaceta.com.ar
