González Rodríguez nació en 1950 en la Ciudad de México. Estudió literatura comparada. Es periodista de diversos medios y autor de un par de libros clave, Huesos en el desierto y El hombre sin cabeza, además de una serie de textos de ficción.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam desde algún lugar de su país.
T : Contame un poco de qué va Los 43 de Iguala: ¿crónica, estudio antropológico, periodismo de investigación, todo eso o nada de eso?
SGR : Los 43 de Iguala. México: verdad y retos de los estudiantes desaparecidos, es una investigación interdisciplinaria sobre el tema a partir de una plataforma periodística. Se propone documentar las connotaciones socio-políticas, históricas, culturales, criminológicas y geopolíticas que hay de por medio con el propósito de romper con la narrativa de buenos versus malos que ha imperado al respecto.
T : El asesinato, la desaparición de los estudiantes, ¿demuestra las tesis de Campo de guerra, tu libro anterior, las pone blanco sobre negro? ¿Cómo creés que ha reaccionado el gobierno de tu país respecto a esa cuestión?
GR : Los 43 de Iguala es también un estudio de caso derivado de las tesis de Campo de guerra y, desde luego, muestra la vigencia de éstas. El gobierno mexicano persiste en desestimar la gravedad de episodios como la masacre de Iguala contra los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, y busca que el episodio se olvide, además de revalidar la investigación oficial o verdad histórica que ha sido criticada lo mismo por expertos internacionales de la CIDH que por diversos expertos, periodistas, académicos y ciudadanos en general.
T : ¿Es posible pensar en alguna forma de connivencia entre algunos sectores del poder (político, económico, empresarial, mediático) y la industria del narco y la trata de personas en episodios de este tipo?
GR : La presencia del crimen organizado en el país es vasta, al igual que la corrupción dentro de la clase política, pero en el caso de los estudiantes desparecidos, es inexistente hasta el momento la hipótesis de una injerencia del crimen organizado entre ellos. Sobre ese punto, sólo han circulado rumores esparcidos por las propias autoridades con el fin de incriminar y desprestigiar a las víctimas.
T : ¿Es paradójico (quizá sea lógico) que los Estados Unidos amuren sus pasos fronterizos y a la vez sean los principales consumidores de sustancias tóxicas prohibidas, y que no intervengan en los asuntos internos mexicanos amparándose en el derecho internacional?
GR : La no intervención de Estados Unidos en México es un mito que hay que dejar atrás: Estados Unidos interviene de diversos modos cada día en la vida económica, política y social de México, como lo he documentado en mis libros y está consignado por muchos investigadores. Tal acción se llama geopolítica y defensa de sus intereses que están cifrados en dos grandes tratados: TLC (1994) y ASPAN (2005). Sobre este la intervención estadounidense en México, recomiendo la lectura del capítulo de Los 43 de Iguala dedicado a revisar la historia de la CIA en México.
T : ¿Hay algo de cierto o es una leyenda urbana que existen algunos cárteles mexicanos instalados o por instalarse en la Argentina? ¿Conocés la situación de la ciudad de Rosario?
GR : El cártel de Juárez, matriz del actual Cártel de Sinaloa/ Pacífico y del Cártel Jalisco Nueva Generación, pudo llegar a la Argentina y otros países sudamericanos desde los años noventa del siglo anterior, no es nada nueva tal incursión. Dicha matriz criminal y sus desprendimientos diversos, han tenido siempre una vinculación con agencias de inteligencia estadounidenses que suelen manipularlos bajo sus intereses geopolíticos. No son sólo un fenómeno criminal.
T : Has hablado de barbarie normalizada. ¿Es posible que la violencia actual, y la que viene, haya que pensarla bajo ese nuevo concepto, o que pensás habría qué hacer para que las cosas cambien?
GR : La normalización de la violencia es parte de la realidad actual, por desgracia. La gente se acostumbra a aceptar cada vez más ya sea la barbarie cotidiana en la sociedad, que los estados de excepción en la política; o bien, el terrorismo de Estado o el celo pragmático y sin escrúpulos de dirigentes partidarios o activistas, que en nombre de su causa exponen la vida o bienestar de los demás. Cambios puede haber muchos, y los hay ahora, pero lo importante son los avances, que sólo se logran con información, crítica, educación, cultura. Resulta imperativo iniciar una revolución mental generalizada.
Fuente: Télam