Por otro lado, se planteó que “teniendo en cuenta que existen grupos de personas en situaciones de desventaja social, es que resulta indispensable realizar un cambio en la imagen colectiva adaptando el entorno físico urbano para optimizar la circulación de las personas con deficiencia visual en el espacio público, con la sola intención de lograr la tan mentada accesibilidad, entendida ésta como la posibilidad que tiene el individuo con o sin déficit de percepción sensorial de comprender el espacio que habita, integrarse en él y comunicarse con sus contenidos”.
La autora del proyecto, enfatizó al momento de la aprobación del mismo, que “tenemos el deber de considerar que determinadas afecciones reducen el grado de autonomía de quienes la padecen, con la consiguiente demanda de sobre esfuerzo, lo cual hace que las personas con ceguera, tengan que modificar comportamiento y hábitos sociales que no son más que el producto de una sociedad que excluye a quienes no considera pares”. En tal sentido, consideró que “este proyecto se presenta como un acto de estricta justicia ya que tiene como propósito solucionar en parte uno de los habituales y acuciantes inconvenientes, que enfrentan los discapacitados visuales, al intentar trasladarse de un lugar a otro, ya que se presentan dificultades cotidianas, debido a que la infraestructura de la ciudad no contempla, tal como debiera, la temática de la discapacidad”.