Quignard, especialista en griego y latín, es un escritor atípico, que en sus libros cruza la narrativa con la filosofía, el ensayo de especulación, la historia, la política y la cultura oriental, que también conoce a fondo.
Nació el 23 de abril de 1948 en Verneuil-sur-Avre; fundó el Festival de Opera y Teatro Barroco de Versalles; estudió filosofía (era compañero de Daniel Cohn-Bendit, en Nanterre, cuando estalló París en 1968).
Su retorno a la música, al órgano, le permitió reflexionar sobre esa práctica y su propio diagnóstico, que entonces conoce, de "autista". En esa época lee y conoce a Jacques Lacan. Empieza un análisis y se "libera" de ese estigma.
En esa época y después también, se interesa en Japón (más que en China). De hecho, ha pasado varias temporadas en un templo zen de Kioto y maneja el japonés con algo más que pericia.
Primero lector y luego editor en la casa Gallimard, en 1994, harto de la industria del entretenimiento promovida desde algunos gigantes monopólicos, se retiró a una casa en las afueras de París donde sólo escribe, medita y compone.
Algunos de esos libros son los que se conocen en la Argentina: Terraza en Roma, Villa Amalia, El maestro de música, Todas las mañanas del mundo, El lector, Las sombras errantes, La frontera, El sexo y el espanto y Vida secreta.
Además, Las tablillas de boj de Apronenia Avitia, El nombre en la punta de la lengua, Georges de la Tour, Bute". El sello argentino "El cuenco de plata" publicó El odio a la música, Retórica especulativa, Albucius y La barca silenciosa.
En un reportaje recientemente dado en España, Quignard da una clave para entender su narrativa: "Quizá sea difícil entender para los más jóvenes lo que voy a decirle, pero es cierto. Quienes nacieron después de la guerra y no conocieron en primera persona sus desastres no tendrían razones para padecer las angustias de quienes sí los vivieron".
"Y sin embargo, se apoderó de ellos un duelo inexplicable, como si los hechos y la manera de sentirlos no estuvieran sincronizados. He hecho psicoanálisis durante muchos años, pero no sé cómo explicarlo", dijo.
Y agregó: "Quienes nacimos después de la guerra vivimos nuestra infancia entre ruinas, y no es normal vivir la infancia entre ruinas. Tengo una enorme necesidad del pasado para constituirme un territorio, porque comencé con el pasado. Ya de niño lo pensaba".
"Quienes nacimos después de la guerra vivimos nuestra infancia entre ruinas, y no es normal vivir la infancia entre ruinas."Pascal Quignard
"Todo lo que escribo tiene que ver con eso. Se pierde a la mujer a la que más se ha amado y no se siente nada. Siete años después, nos sentamos y comenzamos a llorar. No creo que los efectos psicológicos sean directos, inmediatos".
Ese albur atraviesan los personajes de las dos novelas de "retiro" escritas por Quignard: Villa Amalia y la flamante Las solidaridades misteriosas, protagonizadas por mujeres que deciden retirarse del mundo a una existencia anónima y natural, es decir, imposible.
Fuente: Télam
