Para pensar un poquito....

(DIARIOC, 21/11/2008) Durante la semana DiarioC realizó publicaciones sobre los accidentes e infracciones de tránsito, y es moneda corriente verlos todos los días en las calles de nuestra ciudad. Ya no es noticia un choque, o un accidente o alguien que perdió la vida por cometer alguna infracción. Noticia sería que no los halla.

Aquí manda la ley del más rápido, del más grande o de quien es  el que pasa primero, el más apurado, el más picarito o aquel que se atreve a todo.

¿Quién es realmente consciente de que al manejar un auto tiene una gran responsabilidad en sus manos? ¿Quién se da cuenta, de que tal vez, el viaje que realiza puede ser solamente de ida? ¿Qué precio le pondrías a tu vida? ¿Y a la de tus hijos? ¿La de tu hermano, tu padre, tu madre o de tus amigos?

Hay padres que llevan a sus hijos a la escuela en la moto como si fueran una bolsa de papas. Motos que parecen los autitos de circo de los que salen muchas personas y tienen capacidad para pocas.

¿Acaso la calle tiene dueño? ¿Es eso, alguíen compró las calles de la ciudad y por eso anda como quiere y hace los que se le ocurre en ellas? ¿Será por esa razón que nadie respeta nada?

Peatones que cruzan por donde les parece y les queda cómodo, conductores que lo único que les interesa es pasar primero, motociclistas que piensan que por tener un vehículo más pequeño puedan entrar en cualquier espacio sin importar su tamaño. Y no hablemos de los colectiveros que paran donde se les da la gana, no frenan cuando deben, y piensan que están trasportando bolsas de maíz en vez de personas.

No hablemos del tema de los controles, que entre un control y otro, ya llenaron el corralón municipal, y no dan abasto con todos los rodados que ya secuestraron... ¿En dónde vamos a parar? Supuestamente el hombre, ser racional, creado para dominar todo lo que esta en el mundo, cada vez es más dominado por su instinto. Esto en vez de una ciudad regida por leyes y normas, parece una jungla, en donde sobrevive el más fuerte.

El respeto por nosotros y por el otro, la tolerancia al prójimo, y sobre todo el amor y el valor de la vida, que en definitiva es lo único que tenemos; ya que  viendo y considerando todo lo demás viene y se va en un abrir y cerrar de ojos. Algún día tal vez, se tome consciencia de las consecuencias que traen las acciones y se le otorgue a cada cosa su justo valor. Ese día puede que además de avanzar en lo tecnológico, se logre un avance en la humanidad y en la convivencia como sociedad.