“Después de 43 años conocí a mi verdadera madre y a otros parientes. Es como comenzar una nueva vida, con afectos que hay que cultivar”, dijo Vallejo. Hasta hace dos años, el hombre desconocía que había sido adoptado y que su mamá de crianza, Marqueza Sosa, era, en realidad, una tía suya -hermana del padre- que lo había llevado a vivir a Buenos Aires. La mujer murió cuando él tenía 14 años. Después, el muchacho deambuló por varios lugares hasta que recaló en Chile, donde se desempeña como dibujante técnico y especialista en tratamiento de suelos.
Luis también ignoraba que Domingo Sosa, a quien siempre había considerado su primo, era su padre y que los hijos de este, sus hermanos. “La revelación ocurrió en 2007, cuando murió mi hijo José María a causa de una hidrocefalia. Domingo, con quien tenía contacto frecuente, viajó para acompañarme en el difícil momento que soportaba. En esas circunstancias me confesó que era mi padre y que mi mamá vivía en Monteros. Me quedé helado”, recordó.
A partir de entonces, desde su pueblo de Linares, en la VII Región de Maule, Luis no paró de buscar a su madre por medio de internet. “Un día logré contactarme con una página web de Monteros y allí accedí al teléfono de la Municipalidad. Luego de contar mi historia, una empleada de la intendencia ubicó a mi madre. Desde entonces, planeo la visita”, afirmó.
“Encontrarme con mi hijo fue muy emocionante. Siempre quise saber de él, pero le había perdido el rastro. Nació en Concepción cuando yo tenía apenas 16 años. Lo di en adopción porque en ese tiempo estaban mal vistas las madres solteras. Además, no tenía un peso para criarlo. Pero fue una decisión terrible”, confesó Lidia.
“Cuando nos encontramos, no sabíamos sobre qué hablar. A partir de ese momento comencé a tomar conciencia de lo que estaba sucediendo: empezaba a conocer a mi propia madre luego de tantos años. Ahora estoy entusiasmado con la idea de volver a Tucumán con mi esposa”, dijo Luis.
Por razones laborales, Vallejo estuvo sólo dos días en Monteros. A pesar de la corta estadía, el encuentro generó mucha expectativa en esa ciudad. “Es un hecho muy emotivo, que realza los sentimientos nobles de un hijo que no sólo salió a buscar a su madre, sino también sus raíces”, dijo el intendente Alberto Olea al entregarle al visitante un poncho y una randa destinados a las autoridades de su pueblo.
Recuerdo imborrable
El encuentro entre Luis Vallejo y Lidia Robles trajo a la memoria del intendente Olea el recuerdo imborrable de una experiencia similar que vivió hace tiempo. “Mi madre se fue de casa cuando yo tenía cuatro años. Nunca supe los motivos de su partida; se dijeron muchas cosas... Con mis otros dos hermanos nos criamos con mi padre”, contó el funcionario.
Olea dijo que siendo ya adulto le comentaron que su madre, Elba Noguera, estaba viviendo en un conventillo. “La fui a buscar y la encontré muy descuidada. La encaré y le pregunté: ‘¿usted es mi mamá?’. Me dijo que sí y sólo atiné a darle un beso. Con mis hermanos la ubicamos en una casa que estaba en mejores condiciones que el conventillo en el que vivía. Ella ya murió hace algunos años”, rememoró.
Fuente/ lagaceta.com.ar
