Griselda Silva fue una de las organizadoras de la concentración. "Estoy encabezando la marcha para que el crimen de mi hermano no quede impune. Lo mataron como a un animal y lo dejaron tirado en un callejón", dijo. "Ruli", como le decían los amigos, fue asesinado el 5 de diciembre de 2010 en el barrio La Cerámica de Lastenia luego de una visita que le había hecho a su hija. Para Griselda los que le quitaron la vida a su hermano son "un grupo de drogadictos". "Dos están detenidos y uno es menor", sostuvo la mujer llorando. Griselda pidió por la muerte de su hermano sea la alarma necesaria para que nadie pierda de vista lo que está sucediendo. "Quiero que alguien haga algo con el tema de la droga, están matando a todos los chicos de aquí", afirmó durante la charla con LA GACETA.
Todos piden ayuda
Nicolás también estaba en la marcha y le dio la razón a la joven. "Yo fui consumidor", explicó el muchacho, entre todas las mujeres. Su rostro angustiado y sus brazos marcados daban cuenta de su tormento. "En un momento intenté matarme, pero ahora estoy mejorando, porque no salgo de mi casa", comentó. Según él, en cada esquina hay venta de droga en el barrio San Juan, de la Banda.
No había terminado de hablar cuando Antonia Rojas también dijo que tenía cosas para denunciar. "Tengo un hijo que se droga, no tengo ayuda de nadie, estoy viendo morir a mi hijo", se quejó. Su voz se mezcló con la de Irene, quien denunció que "los policías en lugar de arrestar a los dealers, atacan a los adictos que están, en realidad, enfermos".
Ignacia Arce contó que un sacerdote misionero es el único que hoy les está brindado ayuda. "Es el padre Carlos, nosotros los conocemos como el padre del ’paco’", afirmó la mujer, para quien el hombre (que no estaba en la marcha), tiene la intención de hacer un centro comunitario como contención para los adictos de la zona.
A pesar de todas las penurias que sufren tienen algo en claro: jamás dejarán de luchar en contra de la droga. "A la marcha vinimos los que tenemos algún problema; los otros no, porque tienen miedo que los vendedores de droga les hagan algo", advirtió Antonia.
Los carteles estaban en alto y todos querían marchar, pero no se habían puesto de acuerdo en el destino. Mientras algunas querían ir a un barrio específico (San Juan), otras pretendían caminar por la avenida Santo Cristo, en el centro de la ciudad. "Los barrios en los que se venden ’paco’ son: San Juan, Fátima, La Milagrosa, El Palomar en la Banda y Cerámica en Lastenia", enumeró Irene, una de las mamás que persigue a su hijo cada vez que intuye que está drogándose. "Cuando yo llego, él dispara para otro barrio", ejemplificó.
"Lo único que queremos es que saquen la venta de paco, que limpien la droga", dijeron.
Mientras las madres denuncian que los vendedores de drogas se les ríen cuando pasan y le gritan cosa; no tiemblan al señalar a los que parecen meros curiosos como vendedores de droga. "Ese es uno de ellos", señaló una de las mujeres hacia un hombre de remera negra que cruzaba la avenida Santo Cristo mirando con cara de pocos amigos.
En cierto momento de la marcha, algunos policías de Lastenia se acercaron para ver qué sucedía. Cuando les comentaron los motivos, ellos dejaron que la marcha continúe tranquilamente.
Luego de más de dos horas de marcha, cada uno volvió a su casa. Pero dejaron en claro que volverán a manifestar, ya que saben que la lucha recién comienza. (La Gaceta)