El delicado caso, que es seguido con preocupación por la comunidad y medios de comunicación de Río Grande, reactualiza un tema en el que no están exentos aspectos éticos y religiosos.
Mientras algunos enarbolan el "deterioro psicológico" de la mujer y pugnan por interrumpir el embarazo "por razones humanitarias", otros abogan para que quede "en las manos de Dios yque la naturaleza siga su curso".