El Estado es, en democracia, el principal garante de la vigencia plena de los derechos fundamentales. Estos derechos, que sustentan la convivencia social y regulan las conductas, son referentes fundantes para una sociedad que, como la nuestra, ha elegido la paz y la libertad.
Si queremos construir la memoria en justicia y tolerancia, debemos asumir que el golpe militar del 24 de marzo de 1976, ha producido la más violenta u la más trágica ruptura en la sociedad Argentina, por la desmesura y la perversidad de los crímenes cometidos.
La conmemoración anual de este hecho, es necesaria para la reivindicación de la víctimas, para la elaboración de los procesos que tienden a conducir a la construcción de nuevas valoraciones, es decir, unir los aberrantes hechos del pasado con un ideal de justicia orientado a lo que propician y declaran los Derechos Humanos.
Todo esto, no hubiera sido posible sin que el pueblo los reclamase y sin que el poder los reconociera, dando paso a los testimonios de la historia, más allá de las fotos de los desaparecidos, de los relatos de los sobrevivientes, de las experiencias de los presos políticos y de sus familias y de la presencia de los hijos recuperados.
No es sencillo reconocer los efectos de todas esas Historias”en los habitantes de nuestra Nación, pero sí es importante, reflexionar a cerca de ellas y ser fiel a la memoria; porque Sólo una cosa no hay: es el olvido”
