A las ocho, el Sargento Arturo Romano decidió hacer un último relevamiento antes de que su guardia terminara. Cuando llegó al calabozo, observó que cuatro de los 11 aprehendidos que se encontraban alojados allí, se habían escapado. Los prófugos, que estaban detenidos desde hace aproximadamente dos meses, hicieron un agujero en una de las paredes del baño interno para poder escapar. La puerta hacia su libertad daba con el fondo de una vivienda, ubicada en la esquina de calle San Martín y Sarmiento.
"No escuchamos nada. Llegué como a las cinco a mi casa y estaba todo tranquilo", relató Gerónimo Cáceres, de 22 años, que vive en el lugar por donde los ladrones se fugaron. Al parecer, los sospechosos aprovecharon la humedad que tenían las paredes para comenzar a picar y hacer el orificio. Los investigadores creen que el horario en que se concretó el plan fue alrededor de las seis, ya que a las 5.30 se hizo el último relevamiento y todos los detenidos se encontraban en la celda.
Según fuentes policiales, una de las hipótesis que se está analizando, es la de que los fugitivos utilizaron una barreta de madera para picar la pared. Por disposición de la fiscala Adriana Giannoni, ayer comenzaron las pericias para tratar de determinar el tiempo que les llevó a los presos destruir el muro, el material que se habría utilizado y el estado de las paredes de la dependencia. Por su parte, la Policía suspendió el régimen de visitas autorizado los días domingos para los aprehendidos, a causa del incidente.
Los operativos de búsqueda de los prófugos se iniciaron inmediatamente. Hasta el momento no se encontraron pistas sobre el paradero de ninguno de ellos.
La dependencia tiene varios años en el lugar y sus estructuras están muy deterioradas. La falta de mantenimiento y la tranquilidad que hay por la zona resultaron ser la fórmula perfecta para que los ladrones concretaran la fuga. El personal de la Brigada interrogó a los detenidos que quedaron en el lugar y, según relataron fuentes policiales, los siete aprehendidos aseguraron que, al momento del escape, todos estaban durmiendo y ninguno escuchó nada. Los mismos serán trasladados a otras jurisdicciones, de manera momentánea, hasta que el boquete sea reparado.
Los vecinos del lugar coincidieron en que la zona es muy tranquila y que nunca hubo problemas con los detenidos. "Nosotros vivimos hace diez años acá y nunca pasó nada. Mis viejos se enteraron ésta mañana de lo que había pasado, cuando se estaban preparando para viajar", relató Cáceres, agregando que su mamá le había comentado que escuchó algunos martillazos el viernes a la tarde, que venían de la comisaría.
Silvina Simón Padroso, otra vecina, aseguró que no escuchó nada durante la madrugada. Por su parte, Liliana, que vive a metros de la comisaría relató que su marido estuvo en el patio hasta tarde, pero no vio nada.
Fuente: La Gaceta
