Pasan las horas y en la ciudad de Jesús María, 50 kilómetros al norte de la Capital provincial, no salen del estupor. El drama, como se anticipó en la edición de ayer de La Voz del Interior , sucedió el sábado.
Para la Justicia y la Policía el caso está cerrado: no hubo terceros. Mientras tanto, peritos de Policía Judicial analizan un pen drive que quedó en el auto del asesino. Creen (temen) que en ese implemento haya una carta o imagen tomada como excusa para ejecutar todo.
La pequeña víctima se llamaba Alejandro Martirena. En rigor de verdad tenía 1 año y 7 meses de vida.
Los registros fríos, crudos, dan cuenta de que con su muerte suman dos los casos de pequeños niños asesinados por sus padres en Córdoba este año.
El anterior hecho sucedió el 5 de mayo en Monte Buey, en el sur provincial, donde un joven de 25 años degolló a su hijo de 2. Según las fuentes, en el caso de Jesús María, el hombre, Nicolás Martirena (un electricista de 36 años) no habría tenido exclusión del hogar ni denuncias por violencia doméstica.
“Donde más te duele”. Hacía unos cuatro años que Nicolás y Alicia convivían en una vivienda de Jesús María. “No tenemos registros ni denuncias por hechos de violencia doméstica. Tampoco tenemos datos fehacientes sobre situaciones de maltrato físico”, dijo ayer el subcomisario Héctor Carmona, de la Policía local. “Conformaban una pareja, digamos, atípica. Sus respectivas madres dijeron que ambos discutían y él muchas veces se iba de la casa por un par de días, pero luego volvía al hogar y, más tarde, se volvía a marchar”, añadió.
El pasado jueves, Nicolás y Alicia discutieron otra vez.
Fuentes con acceso a la causa señalaron que el hombre estaba enceguecido por los celos hacia su mujer. Se sabe que el hombre tomó sus cosas (bolsos con ropa) y se marchó. Sin embargo, al día siguiente regresó a la casa y ambos, aparentemente, recompusieron las relaciones. Qué sucedió desde ese viernes hasta el sábado es algo que no está determinado.
Lo que sí está confirmado es que el sábado al mediodía el hombre, entre lágrimas, le pidió disculpas y juró que las cosas “iban a estar bien”. A la siesta, llevó a la mujer a trabajar a la panadería y le dijo que iba a ir a la casa de su suegra con el pequeño Alejandro. Luego, iría a buscarla a la panadería.
“Pero ya había planificado todo. Tanto así que ya había retirado la escopeta de la casa de sus padres. La llevaba consigo en el auto”, confió un informante. Al caer la tarde, Martirena partió con su pequeño en el Peugeot 405 por la ruta E-66 hacia Ascochinga. Recorrió unos kilómetros y, a la altura del paraje Los Dos Ríos, giró en “U” en la ruta, estaciónó el coche con cuidado y se bajó con el niño. En el auto quedó el pen drive, a la vista. Juntos caminaron hasta el río. Él llevaba la escopeta.
“No actuó a sangre caliente. Lo hizo a sangre fría. Planificó todo. Al cometer lo que hizo, es como que le dijo a la mujer: ‘Te pego donde más te duele’”, razonaba ayer un jefe policial.
Aviso por celular. Fuentes del caso señalaron que mientras Martirena iba en el auto con el niño, se comunicó con alguien de la familia, vía celular, para contar lo que iba a hacer. O llamó o envió un mensaje de texto. Una versión da cuenta de que la destinataria del aviso fue su propia esposa.
La madre de Alicia llamó a la Policía. Faltaban pocos minutos para las 19, cuando decenas de móviles policiales salieron a la caza del sujeto. La búsqueda del 405 rojo era prioridad.
De casualidad, una patrulla que regresaba de Río Ceballos se topó con el auto estacionado. No había ocupantes. No tardaron demasiado los policías en hallar los dos cuerpos.
Fuente | lavoz.com.ar
