El líder del régimen libio intenta dar muestras de fortaleza. Sus fuerzas, compuestas por militares, algunos policías y cientos de mercenarios lanzaron nuevos ataques en ciudades del oeste, donde la resistencia intenta tomar el control para avanzar sobre Trípoli y obligar al dictador a dejar el poder tras 41 años.
En la mañana del sábado 5 de marzo, el régimen retomó su embestida en Zawiya, una ciudad a 50 kilómetros de la capital que posee una importante refinería. Según la agencia Reuters, al menos 30 rebeldes resultaron muertos allí el viernes, tras los bombardeos y asaltos militares.
Dispuesto a recuperar el terreno perdido, aun cuando los países de Occidente barajan la intervención militar para frenar la feroz represión, las fuerzas de Khadafi también lanzaron ataques en distintas ciudades del este, que dejaron un saldo sangriento.
Los rebeldes afirmaron que tomaron el control del puerto petrolero de Ras Lanuf tras violentos combates, pero inmediatamente el viceministro de Relaciones Exteriores, Jaled Kaim, lo desmintió.
Por otro lado, al menos 19 muertos y 40 heridos dejaron dos explosiones que destruyeron un depósito de armas situado cerca de Bengasi, bastión de la insurrección libia, informaron fuentes sanitarias.
Brega y Ajdabiya, dos ciudades en manos de opositores, también fueron bombardeadas el viernes dejando al menos 30 muertos.
En Trípoli, la policía dispersó con disparos y gases lacrimógenos a manifestantes que trataron de concentrarse tras la plegaria musulmana. De acuerdo a testimonios recogidos por el diario español El País, en la capital se han denunciado casos de violaciones, torturas y un número indeterminado de personas permanece desaparecida.
Las autoridades restringieron la movilidad a los periodistas presentes en la capital, a quienes no se les permitía salir de los hoteles. Además, el acceso a internet fue bloqueado.
Decena de voluntarios rebeldes -de escasa formación militar- comenzaron a desplazarse hacia el oeste con intención de colaborar en los combates para proteger Brega y otros centros de la industria petrolera. Sin embargo, los responsables del ejército rebelde alertaron sobre la fortaleza de las fuerzas de Khadafi, temiendo que masacren a los reclutas.
Según datos de la ONU, la represión dejó unos mil muertos, aunque de acuerdo con una organización libia de defensa de los derechos humanos el número de víctimas suma más de 6.000.
La Corte Penal Internacional anunció el jueves la apertura de una investigación por crímenes contra la Humanidad contra el dictador y varias personas de su entorno, por la represión desatada contra las manifestaciones populares.
También Interpol apuntó al régimen: emitió el viernes una alerta para las policías del mundo y los organismos internacionales contra Khadafi y otras 15 personas libias, por considerar que están involucrados en "la planificación de ataques, como bombardeos aéreos, contra la población civil".
Deserciones en el régimen
Mientras el Ejército libio combate las protestas en diversos frentes del país, son cada vez más los funcionarios que deciden dar la espalda al gobierno: fuentes locales informaron que los jefes de seguridad de Misrata, Sabha, Al Zauiya, Bengasi y Trípoli decidieron plegarse al levantamiento.
Asimismo, varios oficiales de alto rango del servicio secreto del Ejército, de las Fuerzas Armadas y de diferentes unidades especiales de la policía dieron la espalda al régimen y se sumaron a las protestas que exigen la dimisión de Muammar Khadafi.
Ya en los primeros días de las manifestaciones, dos ministros y unos 20 diplomáticos abandonaron sus cargos en señal de protesta por el uso de violencia en la represión de las manifestaciones.
Fuente: AFP-Reuters-DPA