Después de la lluvia de misiles del jueves a viernes, muchos iraquíes deambularon en un día soleado por las calles de la capital, entre ruinas humeantes de grandes edificios.
Pero enseguida los dos aliados estrenaron los bombardeos diurnos, aunque no masivos, y la ciudad volvió a ralearse de habitantes en las calles.
El tránsito se había reiniciado en Bagdad, pero las oficinas administrativas y la mayoría de los comercios siguieron cerrados. (Télam-SNI).-