En este caso, sería un "default" que afectaría de lleno a la Eurozona y a toda la Unión Europea (UE) debido no sólo al tamaño de la economía española -muy superior a las de Portugal, Grecia o Irlanda- sino porque golpearía de lleno en un sistema bancario altamente comprometido y endeudado con el exterior.
Las alarmas saltaron a partir del pasado miércoles tras las advertencias de distintos economistas, bancos y analistas de mercados, quienes llamaron la atención sobre la presunta incapacidad de España para cumplir con los objetivos de déficit fiscal asumidos este mes por el presidente Mariano Rajoy, ante la Eurozona.
El martes pasado, España había conseguido colocar Bonos del Tesoro a la tasa más bajas de los últimos dos años, pero desde el día siguiente la desconfianza se disparó y elevó el rendimiento de los títulos por encima del 5,5%.
Ayer, la rentabilidad de los bonos de la deuda soberana española cayó levemente por debajo del 5,5%, lo cual influyó positivamente sobre el índice de riesgo-país que finalizó la jornada en 350 puntos básicos.
Sin embargo, el economista jefe del Citigroup, Willem Buiter, declaró el miércoles que las posibilidades de que España se vea constreñida a aceptar una reestructuración de su deuda son "mayores que nunca"
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El principal problema que se derivaría de esa eventualidad afecta al sistema bancario.
Las entidades financieras españolas son las mayores deudoras de todas la empresas privadas del país, y su exposición es superior incluso a la del sector público.
De acuerdo con el informe regular que elabora el prestigioso Instituto Global McKinsey, la deuda total, pública y privada, de España asciende al 363% del PBI, aproximadamente unos 3,5 billones de euros, frente al 337% que representaba en 2008.
El peligro de una suspensión o reestructuración del pago de la deuda española se alejó en diciembre pasado cuando el titular del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, puso en marcha un extraordinario plan de asistencia a los bancos por 1 billón de euros.
De esta manera, las entidades de toda Europa, empezando por las de la península ibérica, encontraron una vía de escape a sus problemas de solvencia, ya que el mercado interbancario se negaba rotundamente a satisfacer sus demandas de liquidez para afrontar obligaciones.
Pero lo cierto es que la masa monetaria liberada por el BCE, y mayoritariamente requerida por bancos españoles, está yendo a parar a la adquisición de títulos de la deuda pública.
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Una profundización de la desconfianza de los mercados en los bonos españoles, como la que se ha vivido parcialmente esta semana, llevaría a una caída del valor de esos títulos y afectaría las carteras ya por demás debilitadas de las instituciones financieras.
Las dudas de los mercados se han acrecentado a pesar del compromiso asumido por Rajoy en Bruselas de llevar el déficit fiscal de este año al 5,3% desde el 8,5% con el que cerró el 2011, lo que representa un recorte del gasto de entre 40.000 y 50.000 euros a lo largo de 2012.
En realidad, esa reducción del gasto público deberá hacerse en menos de nueve meses, ya que Rajoy no presentará ante las Cortes su proyecto de Presupuesto hasta abril, una vez superado el desafío de ganar las elecciones autonómicas de Andalucía del próximo domingo.
En el caso, probable, de que el Gobierno se muestre durísimo en su reducción de gastos con la aprobación de la mayoría parlamentaria de que disfruta en las Cortes, a posteriori debería vencer las resistencias de los gobiernos autonómicos y municipales, principales perjudicados de cualquier recorte.
Unicorp Patrimonio, una firma de análisis y operaciones financieras de Madrid, advirtió sobre la posibilidad de que el costo que deba pagar el país por emitir deuda se ubique arriba del 5,5% y que no aparezcan interesados en comprar los bonos.
"Eso es lo que debemos vigilar en las próximas sesiones y sería la verdadera señal negativa para nuestra economía", agregó Unicorp.
Otro economista, en este caso del Royal Bank of Scotland (RBS), explicó que "la recuperación no está llegando a España e Italia. Aunque ambos países han experimentado una tremenda mejoría en sus costes de financiación, aún está lejos de estar claro que esta tendencia sea sostenible".
Es que, más allá del optimismo de algunos sectores empresarios españoles, la única realidad que muestra la economía ibérica es de datos negativos: segundo año de recesión, una tasa de desempleo del 20%, medidas de austeridad que hunden a la producción en el marasmo, menor recaudación fiscal y una reforma bancaria apenas en ciernes.
El otro elemento a tener en cuenta es que el sector empresario, que concentra la gran deuda del país, apenas comienza a desapalancarse.
Si bien todo parecería indicar que España no está a la vuelta del default, lejos está el país de haber superado los riesgos de que esa posibilidad se concrete, una amenaza muy seria para toda Europa.
Fuente: Télam