Buenos Aires, 18 de julio (Télam, por Walter Vargas). Hijo de una cadena de factores, algunos de cuño estrictamente empresarial, el llamativo interés que despiertan los colombianos en los clubes argentinos no deja de ofrecer un aspecto a todas luces positivo: los jugadores del aquel país reponen parte de la buena materia prima local en incesante retirada.
No se trata de que los de allá sean mejores que los de acá, puesto que desde el punto de vista estructural, genérico, no hay equivalencias, pero sí es evidente que han pegado un salto de calidad tan imponente que hoy por hoy son tan acreditados como cualquier hijo de vecino.